domingo, 6 de septiembre de 2020

Peña Amaya (Amaya. Burgos)

Pocos lugares como Peña Amaya atesoran tanta historia y tantas luchas en su haber. Con una posición estratégica envidiable, fue deseada, y habitada, por cántabros, romanos, godos, árabes y cristianos en distintas épocas y circunstancias. 

Peña Amaya es una sobresaliente elevación sobre las llanuras burgalesas, la primera de dimensiones notables cuando accedemos desde la emblemática ciudad de Burgos. Los 1315 m de altitud de la Peña del Castillo y los 1369 m de la Muela de Amaya destacan de manera significativa respecto al entorno.

Peña Amaya forma parte del Geoparque de las Loras junto con otros enclaves (culturales y geológicos) del máximo interés como son Las Tuerces, la Cueva de los Franceses y otros muchos lugares dignos de una visita sosegada. 

Geoparque de Las Loras
Geoparque de Las Loras

 

Desde un punto de vista geológico, Peña Amaya es un excelente ejemplo de un relieve invertido o sinclinal resultado de un largo proceso (de millones de años) a lo largo del cual una zona inicialmente deprimida, resultado de la orogenia alpina, se ha convertido en una destacada montaña como resultado de la erosión de los anticlinales.

Los vestigios más antiguos localizados en Peña Amaya se remotan a la Edad del Bronce (siglo X a. C). Aunque sería en la Edad del Hierro cuando tomaría una importancia primordial al convertirse en uno de los castros más importantes del territorio cántabro. De hecho, no son pocos los que sitúan en esta abrupta elevación la capital del pueblo cántabro (si es que este concepto tiene sentido en una época como la Edad del Hierro). 

En el año 26 a. C el emperador Octavio Auguto desplazará sus tropas a Sasamón, situado a unos 30 km al sur de Peña Amaya, para enfrentarse a cántabros y astures. Este conflicto se dilatará hasta el año 19 a. C y serán concidas como las Guerras Cántabras. Será tras la ocupación romana, momento en el que Peña Amaya acogerá un destacamento legionario, cuando se hace evidente su importancia y será en este periodo cuando se produce la fundación de Amaya Patricia

Pero, por supuesto, no sería la última batalla que viviría este lugar. En el año 574 fue el rey visigodo Leovigildo el que se acercó a los pies de esta montaña para doblegar a los rebeldes habitantes del norte de la península, hecho que quedó recogido en las crónicas de Juan Bíclaro (cronista godo).

Para recorrer este lugar cargado de historia, tomaremos como referencia el sendero PRC-BU 200 (Sendero de Peña Amaya), aunque tomándonos ciertas libertades sobre el itinerario sugerido. 

La entrada al castro se realiza por la denominada trinchera, un paso excavado en la roca que da acceso a la plataforma inferior de Peña Amaya

 

Trinchera. Entrada Castro de Peña Amaya
Trinchera. Entrada Castro de Peña Amaya
 

Una sola mirada al abismo que se abre a los pies de esta mítica montaña nos puede dar una idea de las posibilidades defensivas de esta elevación. Sus verticales paredes formaban una espléndida defensa natural. No es difícil imaginar a las tropas enemigas acercándose por la extensa planicie de los campos de Villadiego mientras la población del castro se disponía para un largo asedio.

Paredes de Peña Amaya
Paredes de Peña Amaya

Los primeros restos visibles con los que nos encontramos corresponde a las viviendas correspondientes al poblamiento de la alta Edad Media a los pies de la Peña del Castillo que se alza como una segunda elevación sobre esta primera plataforma de Peña Amaya.

Ocupación altomedieval y Peña del Castillo
Ocupación altomedieval y Peña del Castillo

Son piedras dispersas, amontonamientos que parecen insinuar adificaciones y espacios, pero difíciles de interpretar. 

Tras caminar por con los fantasmas medievales, dirigimos nuestros pasos a la búsqueda de las defensas de este castro. Ya en las excavaciones realizadas allá por el siglo XIX se hacía mención de los restos de murallas en algunos sectores del perímetro, evidentemente aquellos más vulnerables. 

Si bordeamos la Peña del Castillo por su vertiente norte, podremos acercarnos a uno de los tramos mejor conservados de muralla que impedía un posible acceso desde el valle de Valdeamaya

Muralla Norte
Muralla Norte. Peña Amaya

Aquí se puede obervar el derrumbe de unos 240 m de muralla que se extienden desde los abismos que se abren hacia el valle de Valdeamaya hasta la base norte de la Peña del Castillo. Presenta una anchura de unos tres metros y se estima un alzado de unos dos metros. 

Todo parece indicar que los restos que se pueden observar en la actualidad corresponden a una construcción contemporánea a la edificación del castillo en la cumbre de la Peña del Castillo, en la segunda mitad del siglo IX. Aunque es de suponer que en épocas previas el castro estaría protegido en sus puntos más vulnerables y es probable que la muralla altomedieval utilizara un trazado previo. 

Deshacemos nuestro camino para tomar la senda que nos permite ascender hasta la cumbre de la Peña del Castillo. Aquí se ha querido situar la acrópolis del castro prerromano (último lugar de defensa frente a los enemigos al ser solo accesible por un estrecho sendero de la ladera suroeste). 

Peña del Castillo (1315 m)
Peña del Castillo (1315 m)
 

En la parte superior podemos advertir los escasos restos que quedan del castillo que coronó este gigante de piedra a partir de mediados del siglo IX y que sería abandonado al final del siglo XIV. Algunos de sus muros aún podían verse a principios del siglo XIX, pero hoy apenas quedan los hundimientos que nos señalan la ubicación de algunas de sus dependencias (depósito de agua y torre del homenaje)

Castillo de Peña Amaya. Peña del Castillo
Castillo de Peña Amaya. Peña del Castillo

Descendemos de la Peña del Castillo para llegar hasta la gran brecha (collado del Castillo) que separa a la Peña del Castillo y la Muela de Amaya. Una ventana fantástica hacia el valle de Valdeamaya.

Brecha entre Peña del Castillo y la Muela de Amaya
Brecha entre Peña del Castillo y la Muela de Amaya
 

Desde este punto nos dirigimos hacia la vertiente norte de la Muela de Amaya recorriendo los pies de sus verticales paredes por un sendero estrecho y sin desnivel apreciable. Durante este tramo las vistas hacia el profundo valle de valdeamaya son espectaculares. 

Sobre nuestras cabezas numerosas aves rapaces aprovechan las corrientes de aire para dejar sus nidos entre las rocas. Frente a nosotros, otras loras hacen de este paisaje uno de los puntos geológicos más interesantes de la Península.

Seguimos los hitos hasta alcanzar una canal algo vertical y herbosa que, tras un corto ascenso donde habrá que darle fuerte a las piernas, nos permite acceder a la extensa y pedregosa muela en la que se sitúa la solitaria cumbre de Peña Amaya (1369 m).

Cumbre de Peña Amaya (1369 m)
Cumbre de Peña Amaya (1369 m)

El descenso se puede realizar por diversos puntos. Nosotros nos encaminamos hacia el sur. Seguimos unos hitos algo difusos (no hay que fiarse ya que hay hitos prácticamente en todas las direcciones posibles) hasta alcanzar una canal bien marcada que nos permite descender de forma rápida hasta la base de la Muela de Amaya

Ahora nuestros pasos continúan por una senda que bordea la amplia muela siguiendo la base de la roca. Asombrándonos de la verticalidad y disfrutando de las extensas vistas hacia la planicie de las tierras de Villadiego que se extienden al sur. 

Sendero. Peña Amaya
Sendero. Peña Amaya
 

Al llegar al final de la Muela de Amaya, decidimos tomar un sendero que inicia un suave descenso hacia el arroyo de Hongarrera. Desde aquí tenemos una impresionante panorámica de la Peña del Castillo

Peña del Castillo
Peña del Castillo

 

En el punto donde nos juntamos con las tímidas aguas del arroyo de Hongarrera, se puede observar un canal que conducía parte de su cauce hacia lo que parece una balsa. Seguimos el canal que nos lleva hasta las límpidas aguas de la fuente de Hongarrera.

Canal de agua. Arroyo de Hongarrera
Canal de agua. Arroyo de Hongarrera

Esta vertiente es la que más intensamente ha sido ocupada desde el Bronce Final (en torno al año 1000 a. C) seguramente dada la cercanía del agua y su posición protegida. Prueba de ello son los restos que se pueden ver a lo largo y ancho de la explanada. Se pueden observar apilaciones de piedras (que parecen muros) por doquier e incluso alguna cata aunque no reciente. 

Tras 11 kilómetros de senderos y casi tres horas de recorrido, damos por finalizada la visita a Peña Amaya. Uno de esos lugares donde se concentra la historia y la fuerza de la naturaleza a partes iguales y que no dejará indiferente a nadie que la visite.

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INFORMACIÓN PRÁCTICA

  • El acceso al yacimiento es libre. Hay numerosos tracks en wikiloc para realizar esta visita.
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BIBLIOGRAFÍA:
  • DE LA FUENTE FERNÁNDEZ-CEDRÓN. La frontera meridional de los cántabros. Una relectura interpretativa a partir de la arqueología. Acta de las III Jornadas de Jóvenes investigadores del valle del Duero. Salamanca 2013. PP. 123-124.

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