Iniciamos la ruta en el pueblo de Eyne, donde nos acercamos a la Maison de la Vallée d'Eyne donde nos dan un pequeño papel con información del recorrido y lo que vamos a visitar. Iniciamos el recorrido.
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| Vallée d'Eyne |
Lo primero que nos encontramos en nuestro camino es un paisaje espectacular, con una amplia panorámica sobre el amplio valle. Pero si nos centramos en el terreno arqueológico, el primero que nos sale al paso es el dolmen de la Pou.
Se trata de una tumba datada, a través de los restos encontrados, en el III milenio a. C. Esta tumba presenta un pequeña cista que, inicialmente, estaba cubierta de un túmulo formado por tierra y piedras.
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| Dolmen de la Pou |
Las vistas desde la posición ocupada por el dolmen sobre el entorno son amplias lo que podría explicar su situación. En el entorno se han localizado numerosos restos cerámicos que constatan la temprana ocupación del territorio.
Seguimos la ruta indicada. En la siguiente intersección nos encontramos con indicaciones del Camí de Sant Jaume de Cerdanya. Por el momento, ignoramos estas tentadoras indicaciones para dirigirnos al siguiente magalito.
En un modesto alto a 1560 m de altitud se sitúa el pequeño dolmen de Pasquarets. Situado en el centro de un túmulo de perímetro aún visible.
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| Dolmen de Pasquarets |
Se trata de un dolmen simple de forma rectangular de grandes bloques de granito con túmulo, de características similares a otros dólmenes localizados en zonas del Pirineo. Su situación permitía que fuera visto desde cualquier punto del entorno lo que podría responder a una funcionalidad como marcador territorial (una de las numerosas teorías que intentan explicar la funcionalidad de estas estructuras megalíticas).
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| Dolmen de Pasquarets. Detalle |
Proseguimos el recorrido, avanzamos por una antigua calzada que las explicaciones definen como calzada romana.
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| Calzada romana |
Esta vía empedrada desciende hacia el fondo de un pequeño valle por el que discurre el río Eina. Un moderno puente, construido sobre las bases de una antiguo puente medieval, nos permite superar las aguas de su caudal para proseguir el recorrido por la ribera contraria.
Cobijados bajo una espesa sombra seguimos las indicaciones hacia el puente megalítico, ejemplo de las construcciones de la zona que permitían comunicar diferentes localizaciones.
A un par de kilómetros, tras superar una de las pocas subidas del recorrido y atravesar la carretera, nos topamos con el menhir d'Eyne. Un monolito de grandes dimensiones y alargado con 2,80 metros de altura.
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| Menhir d'Eyne |
Este menhir se ha asociado a prácticas paganas asociadas a la tierra y el agua, aunque la finalidad de estas estructuras y su integración en el paisaje sigue siendo discutido y existen numerosas teorías que intentan explicar su presencia y funcionalidad.
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| Menhir d'Eyne |
Nuestro paseo nos conduce hasta unos afloramientos de roca granítica. En las indicaciones informa de la presencia de cavidades esculpidas y al que se asocia una finalidad religiosa. Lo cierto es que por más que buscamos no conseguimos diferenciar las cavidades indicadas.
Los últimos restos que visitamos es una cavidad situada en el lugar conocido como el Pla del Bac, donde se han localizado vestigios de épocas diversas.
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| Cavidad del Pla del Bac |
Entre los restos hallados se han localizado restos que constatan una ocupación de inicios del III milenio a. C y otra de la primera mitad del IV milenio a. C, lo que constituiría uno de los testimonios más antiguos de la presencia humana en la Cerdanya.
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| Pla del Bac |
En esta cavidad finaliza el recorrido megalítico, solo nos resta descender hasta el pueblo de Eyne.
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